martes, enero 04, 2011

Carmelilla, la niña de los Montoya

El arte llama al arte, no hay duda; en un artista los sentimientos brotan ante la magia de otro y la musa de la inspiración deja de hacer requiebros a la torpeza creativa, basta sólo un flash para que ese lado del cerebro donde mora, siempre holgazán, el genio, despierte de forma voluptuosa y, a su vez, cree un nuevo prodigio; arte sobre arte.


Dos amigos, Pedro Ruy-Blas e Hilario Camacho, se dirigen un día, cuando el año 1.974 se acercaba al fin de su andadura, hacia el Teatro Alfil de Madrid, a presenciar la función que ofrecía la Familia Montoya y sentados en sus butacas quedan extasiados al ver bailar a una niñita de apenas doce años, con la esencia de una gitana de Triana, el impacto fue tal que decidieron dedicarle una canción, Carmelilla era su nombre y como Carmelilla Montoya se la sigue conociendo en el mundo del baile, con premios como el Nacional de Baile Flamenco. Así recogía su actuación en febrero de 1.976 en ese mismo escenario el diario ABC a través de su suplemento Blanco y Negro "...muchos aplausos para el grupo Montoya y especialmente para esa niña de catorce años que puso al público en pie..." Sin duda el espectáculo era Carmelilla, alegría, tango, bulería o soleá, para llenar las tablas de duende.




Carmelilla bailando

La misma Carmelilla, la mocita, la que iba en el primer carro de los gitanos que cabalgaban a lomos de Lole y Manuel y las maneras de Imán, Califato Independiente.


El magnífico tema de Pedro Ruy-Blas, publicado en su L.P. Dolores, es una de las mejores muestra de fusión del Jazz con el Flamenco integrándote en un fantasmagórico baile al ritmo de la letra que va dibujando cada uno de los movimientos y expresiones; intuyes a Carmelilla bailando por bulerías en la orilla de un mar manso y quieto, donde las olas llegan y se van saludando a una zíngara fogata con guitarras, castañuelas y una flauta, nacida de un novísimo Jorge Pardo, que te sobrecoge el alma.


Y aunque recientemente Pedro Ruy-Blas ha vuelto a reinterpretar este tema, en clave más jazzística aún, yo me sigo quedando con esta primera versión, fruta directa del arte.