viernes, febrero 18, 2011

Salamanquesas, manzanas podridas y el riego sevillista

La saliva de salamanquesa en la cabeza es mal asunto para el pelo, como agua en el aceite hirviendo, cuidado al pasar debajo de una de ellas no se vaya a divertir gargajeando en la mollera, cuanto más terca, más atrayente; y los búcaros enjuagarlos bien después de cada ingesta que los reptiles "calvoncetes" se introducen por sus bocas y, al beber, el rasurado es igualmente inevitable. Leyendas de alopecias.



Cual gusanos, son capaces de introducir sus pócimas, a través del riego, por la savia, en manzanas sanas y hacerlas putrefactas, recordad, una podrida y el saco maloliente, ni peladas y compuestas te las llevas a la boca. Renuncias de tragaderas.

Y cuando es el árbol el que está contagiado, de cuajo hacia el cielo, siempre cortar lo malsano es señal de cordura, sin remiendos ni componendas, que el tiempo apremia y el premio rezonga, so pena de escapar estéril, séptimos y de rebote nos lo enseñó hace ya tiempo un labriego coriano. De manzano a leño.

El agua del pozo nervionense aún rezuma casta, aunque al fondo otea la salamanquesa, inquieta, muy inquieta.

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