viernes, febrero 18, 2011

Salamanquesas, manzanas podridas y el riego sevillista

La saliva de salamanquesa en la cabeza es mal asunto para el pelo, como agua en el aceite hirviendo, cuidado al pasar debajo de una de ellas no se vaya a divertir gargajeando en la mollera, cuanto más terca, más atrayente; y los búcaros enjuagarlos bien después de cada ingesta que los reptiles "calvoncetes" se introducen por sus bocas y, al beber, el rasurado es igualmente inevitable. Leyendas de alopecias.



Cual gusanos, son capaces de introducir sus pócimas, a través del riego, por la savia, en manzanas sanas y hacerlas putrefactas, recordad, una podrida y el saco maloliente, ni peladas y compuestas te las llevas a la boca. Renuncias de tragaderas.

Y cuando es el árbol el que está contagiado, de cuajo hacia el cielo, siempre cortar lo malsano es señal de cordura, sin remiendos ni componendas, que el tiempo apremia y el premio rezonga, so pena de escapar estéril, séptimos y de rebote nos lo enseñó hace ya tiempo un labriego coriano. De manzano a leño.

El agua del pozo nervionense aún rezuma casta, aunque al fondo otea la salamanquesa, inquieta, muy inquieta.

domingo, febrero 06, 2011

Un robo, la historia de siempre

Hace años alguien robó de mi coche una colección única de casetes que siempre llevaba en la guantera, sé que el que las robó ningún provecho sacaría de ellas, sólo tirarlas y destrozarlas, pero para mí tenían un gran valor sentimental y aquel ladrón me dejó una impotencia infinita al saber que no volvería a escuchar aquellas grabaciones.



Ese vacío interior es exactamente el mismo que sentí el miércoles pasado, una vez terminada la eliminatoria contra el equipo que más debe a los robos su grandeza, robo promovido desde la Federación con los ejecutores en forma de árbitro y linieres, ni árbitros auxiliares ahora, elevando la semántica una categoría que no tienen, ni jueces de líneas, que lleva implícito una justicia de la que desconocen su significado y su práctica.

No por sabido duele menos, la historia está para que sepamos de dónde venimos y no cometer los mismos errores del pasado, pero también está para anticiparnos a lo que va a suceder y, por la historia, sabíamos lo que iba a pasar, a todos interesaba la gran final soñada por España entera (será que Sevilla no pertenece a España, de nuevo la historia al abordaje), pues ahí está servida en bandeja de plata y barrotes de indecencia pirata, miradla desde la capital que no se toca, tan inútil el espolio como el que violó mi coche, daño por dañar y provecho cero.

Pero la impotencia no me obnubila y al igual que sabía que podían abrirme el coche y llevarse aquellos recuerdos y por no poner remedio me quedé sin ellos, la única manera de salvar el atropello era ir a por ellos desde el primer minuto, sin resuello, pero eso no ocurrió, cierto que el Real Madrid marcó tres goles y nosotros dos y algún penalti pero eso no era suficiente, el juego desplegado tuvo que dejar a la tanda última desde los once metros la decisión de quien pasara, y los verdugos al acecho no lo iban a permitir.

La culpa fue nuestra por dejarnos robar, como fue mía por dejarme robar, no pusimos las medidas y ahora rumiamos nuestra desgracia; a mí la historia me sirvió, hasta hoy no me han vuelto a abrir el coche, esperemos que el Sevilla F.C. en otra ocasión igual, sepa con que armas jugar, nadar y guardar las ropas.

¿Y la final de Copa? Para ellos, que disfruten de la endogamia futbolera y se vuelvan carajotes, yo estaré por el Arenal sevillano y con la Piedad del Baratillo .