sábado, febrero 21, 2009

Juan Delola en la Sala Fun Club




Fue un aquí te pillo aquí te mato, de esas veces que, aunque intenté solucionarlo desde veinticuatro horas antes, ves que se te escapa la oportunidad de descubrir algo nuevo al no poder encontrar alguien que te saque de ese problema (bendito) que tenemos los padres para salir algo más tarde de lo habitual, pero a última hora, y sin que sirva de precedente, vino al auxilio del atolladero… ¡mi suegra!, eran las nueve y cuarto de la noche, pero aún había tiempo de llegar a la Alameda y hacia allí nos dirigimos mi mujer y yo. No es lo mío la puntualidad, pero la de los inicios de los conciertos tampoco es británica y con eso jugaba, me dio tiempo hasta de cenar ligero y algo más si hubiera querido.

El ambiente de la sala no presagiaba un lleno de bandera y así sucedió, de 60 a 70 personas nos congregamos alrededor del escenario cuando el grupo empezó a desgranar las primeras notas, ¿es que esta música no interesa?, ¿es un problema de difusión?, ¿la crisis?, no se, pero cinco euros para lo que aconteció después no es un freno insalvable, aún para las economías más austeras. Ver el ambiente de la Alameda a esas horas y lo que yo recordaba de años atrás, algunos ya, es cierto, es comparar las playas en agosto con las mismas playas en noviembre. Una pena y una desgracia.

Momentos antes del inicio conocimos personalmente a Juan Delola, y charlamos sobre ese futuro ya cercano del 25 de abril y sus ganas de tocar en Sevilla, esa Sevilla que se muestra esquiva a los acontecimientos musicales que nacieron de ella y su ambiente callejero, por allí nos abrazamos por fin a Luisda y Luis Silva, voz y teclado y bajo de Mendigo respectivamente, que venían a apoyar a su amigo Juan, Luisda incluso compartió escenario como veremos.

Desde las primeras notas se vio un grupo que sabía lo que hacía y lo que tocaba, a la cabeza de todos figuraba la guitarra de Juan Delola, que si bien no puede negar haber bebido directamente en las fuentes del flamenco el rock le nace de dentro, desmenuza punteos que te hacen entender que estás ante algo diferente con fuerza innovadora y natural, sin forzar los gestos, junto a él la voz flamenca de Mato, no jonda, con regusto de requiebros y aspavientos aunque sin quejíos, de largo recorrido, acompañándose de una guitarra española que acopla al conjunto con profusión y sin estridencias, la misma prodigalidad que las percusiones y palmas de Sergio Bullón “Yuyu”, que le dan redondez flamenca a los temas, en los ritmos, profesionales de la música, con la batería argentina de Pablo Llaryora, que bien podría decir que aprendió a tocar en la calle Betis los bombos y platillos, y el bajo igualmente demoledor de Curro Millet armonizando con el conjunto y para el final, por lo agradable de su descubrimiento, los metales del cubano Adrián Santos, si portentoso es su saxo, la travesera se asienta en la melodía de cada una de las composiciones en la que entra en juego, definitivo en el sonido final del grupo.

Con esta banda desarrollaron bulerías, tanguillos, tangos y rumbas de una maestría que yo particularmente no esperaba encontrarme, sólo tenía referencias de sus temas en Internet, temas como una versión preciosa de “Anda Jaleo”, los propios “Tan sólo por esta noche”, “Sin sentir” o esos maravillosos “Tangos del Anhelo”, sonaron inmensos en la sala, con una musicalidad mucho más amalgamada que lo que les había escuchado hasta ahora, un aparte de lucimiento personal del acompañamiento (percusiones, bajo, batería y vientos), demostraron a la exigua concurrencia la calidad individual de estos músicos, así como una, por mi parte esperada, colaboración de Luisda, cantante y teclista de Mendigo, junto a Juan, de esa pieza magistral de Triana, Sr. Troncoso, ensayada en la prueba de sonido, según me dijeron, sólo con la guitarra y que resultó ser una maravilla sonora con la apoteosis final de todo el grupo entrando en el tema, sublime. Para terminar un popurrí de temas como fin de fiesta. Aún Juan, ya terminado el concierto, me señaló que siguen buscando matices sonoros que todavía no han conseguido, si lo que yo presencié ayer tiene mejora, es verdad que todo en la vida es susceptible de perfeccionamiento, a poco que la suerte les sonría habrá mucha gente que se preguntarán en el futuro dónde estaban ayer (¿dónde estarán los Ricardo Pachón de ahora y, por qué no, de ayer?).

Da consuelo saber que están preparando un nuevo disco, Juan ya tiene publicado uno, con estos temas y otros que continúan madurando en el que incluirán colaboraciones de lujo, que si son las que me señalaron el pelotazo lo tienen asegurado y, además, se lo merecen.

Si por tu camino se cruza un concierto de Juan Delola y no quieres preguntarte que hiciste ese día, ya sabes lo que has de hacer, ¡no te lo pierdas!.